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jueves, 3 de septiembre de 2020

La identidad

 

TEMA:

            El poder de la verdad.

           

OBJETIVOS:

-       Invitar a cada persona a abandonar las «máscaras» que generalmente usamos en nuestro hacer cotidiano.

-       Reflexionar acerca del amor a nuestra identidad personal, nacional y cultural.

-       Plantear elementos para expresar la verdad sin herir, sin evaluar ni calificar.

-       Discutir acerca de las discriminaciones, sociales, políticas y/o religiosas.

 

DESCRIPCIÓN:

 

            Se trata de la lectura reflexiva del poema Nº 64 del libro «La Cosecha » del poeta Hindú Rabindranath Tagore.

PROCEDIMIENTOS:

 

1.    Explicar a los participantes que el contexto en el que se concibió el poema es la India y allí existen condiciones político – religiosas en las que se dan las famosas «castas» o clases sociales.

 

Fundamentalmente son tres:

 

-      Brahmán, o clase sacerdotal. Pertenecen a esta casta quienes han salido de la cabeza de «Brahma» su dios. Sólo éstos tienen derecho al conocimiento y a los cargos de privilegio y poder.

 

-      Los «Vaysias», han salido de los brazos del mismo dios y son los de la clase media, dedicados al comercio básicamente.

 

-       Los «Parias» o intocables, salidos de los pies del dios. Son los esclavos e hijos de éstos. Cuentan las leyendas, que tenían que atarse campanillas a sus manos para que ningún brahmán al oírlo se les acercara y si éste quería hablarles, tenía que hacerlo a dos cuadras de distancia.

 

2.    Entregar a cada participante el poema No. 64 del libro «La Cosecha» del poeta Tagore.

 

3.    Responder individualmente las siguientes preguntas después de leer el texto:

 

-     ¿Qué título le pondría al texto y por qué?

-     ¿Cómo considera que fue la actitud de Jabala –la madre de Satiakama- al responder la pregunta del niño?

-     Según usted, ¿a qué casta pertenecí Satiakama y por qué? Justifique su respuesta.

-     Reflexionar un poco más allá de las palabras: Qué quiso decir Satiakama cuando le preguntó a Jabala: « ¿Qué nombre tiene mi padre?»

-     ¿Qué respuesta cree usted que usualmente daría una madre en las mismas condiciones de Jabala, a su hijo?

-     ¿Mintió Jabala? ¿Cómo considera la respuesta de Jabala? ¿Qué aspectos la caracterizan y qué lenguaje utiliza?

-     ¿El niño Satiakama se sintió avergonzado? ¿A qué debió la seguridad al responder al maestro?

-     Comente tres enseñanzas que puede aportar a los padres la lectura de este texto.

 

4.      Conclusiones:

 

El sol se había ocultado en la maraña de la selva, por encima del río. Los niños de la ermita estaban de regreso con los rebaños y alrededor del hogar escuchaban a Gautama, el maestro. En eso, llegó un pequeño desconocido cargando una brazada de flores y frutos y le saludó, haciendo una profunda reverencia a la vez que, con voz alada decía: «Maestro Gautama, vengo para que me guíes por el sendero de la verdad. Mi nombre es Satiakama».

 

« ¡Bendito seas!», dijo Gautama, y luego le preguntó: « ¿De qué casta eres, hijo mío? Bien sabes que únicamente un brahmán puede aspirar a la sabiduría suprema…» «LO ignoró, maestro… pero he de preguntarlo a mi madre».

 

Satiakama se despidió y cruzando el río por el vado, regresó a la choza materna que se hallaba más allá de la aldea dormida, en el extremo del arenal.          

 

 La madre lo aguardaba en pie y su silueta se recortaba en sombra ante la puerta de la habitación débilmente iluminada.

 

Cuando llegó, lo estrechó contra su cuerpo y besándole en la frente lo que le había dicho el maestro Gautama.

 

El niño preguntó: «Qué nombre tiene mi padre… porque Gautama dice que sólo un brahmán tiene derecho a la suprema sabiduría»-

 

Bajando humildemente los párpados con dulzura, la madre repuso: «Cuando joven, hijo mío, yo era muy pobre y tuve muchos amos. Únicamente puedo decirte que llegaste al mundo en los brazos de Jabala, tu madre que no tuvo marido…»  

 

Los rayos del sol matinal ardían ya en la copa de los árboles de la ermita. Los niños recién salidos de la ablución de la mañana, tenían mojadas las revueltas caballeras. Y, bajo un árbol frondoso estaban sentadas alrededor del Maestro.

 

Al llegar Satiakama le hizo una profunda reverencia y silencioso permaneció en pie.

 

« ¿Sabes a qué castas perteneces?», le preguntó el Maestro. Satiakama respondió: «Señor, lo ignoro. Mi madre me ha dicho: «Yo era pobre y tuve muchos amos… Tú llegaste al mundo en los brazos de Jabala, tu madre, que no tuvo marido…»

 

Fue entonces cuando bajo la ramazón del árbol, se escuchó un rumor iracundo, como de abejas hostigadas en la colmena. Eran los estudiantes que entre dientes, censuraban la osadía del niño sin padre. Mas Gautama, el Maestro, incorporándose, tomó el niño y lo estrechó contra su pecho, a la vez que le decía: «Satiakama, hijo mío, tú eres el mejor de los brahmanes, puesto que has recibido la mejor de las herencias, la de la verdad».

«La Cosecha». Rabindranath Tagore.

 

PISTAS PARA LA REFLEXIÓN:

1.        Vale la pena destacar la actitud de Gautama al tomar al niño en sus brazos y declararlo brahmán. He aquí que el ser está por encima del tener, contrario a nuestra sociedad occidental caracterizada por el culto al éxito y el reconocimiento a la valía personal centrada en la posesión de objetos materiales. Satiakama es un brahmán, ha recibido como herencia la verdad, no lo ha rehusado, la aceptado y amado, es el hijo de Jabala.

2.        Es necesario llamar atención sobre la identidad o el amor a nuestra raza, familia y país. Vale la pena hacer hincapié sobre lo valioso de conocer nuestro pasado como condición para tener una existencia auténtica, donde conscientes de lo que somos, caminamos hacia el progreso y el éxito. En este contexto actual en que prevalecen los antivalores y el desconocimiento de nuestra identidad cultural, es necesario valorar al niño Satiakama que, orgulloso de Jabala, esclava y sin marido, se presenta a buscar la sabiduría.

3.        Los estigmas que prevalecían en la sociedad hindú, parecen a veces monstruosos, lejanos; sin embargo, en nuestra civilización occidental, existen otros, que no por ser diferentes son menos deshumanizantes. Es necesario entonces, llamar la atención acerca de todo tipo de actitudes y prácticas que tiendan a etiquetar y a enmarcar a las personas, estableciendo discriminaciones que lesionan nuestra condición de seres humanos.

-      Desde el punto de vista psicológico, vale la pena llamar la atención sobre la manera en que Jabala responde la pregunta de su hijo acerca del nombre de su padre. Otra, en las mismas circunstancias, tal vez, habría apelado a algún tipo de calificación, como: «No tienes padre» o «somos parias» o «tu padre es una porquería y te abandonó». Jabala, inteligentemente, abandonando cualquier calificativo, se limita a describir: «Cuando joven, hijo mío, yo era muy pobre y tuve muchos amos. Solamente puedo decirte, que llegaste al mundo en los brazos de Jabala, tu madre, que no tuvo marido».                     

 

 

 

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