TEMA:
“No tragar entero”
OBJETIVOS:
-
Plantear la necesidad de verificar las fuentes de información
para formarse una idea objetiva de los hechos.
-
Despertar una actitud de análisis crítico de los
conocimientos.
-
Resaltar que la confrontación, la verificación y el análisis
de los hechos son condiciones necesarias para la formación de un pensamiento
libre, autónomo y profundo.
DESCRIPCIÓN:
Se trata
de la lectura de una historia que muestra la espectacularidad de un asunto que
a la postre resultó falso. Muestra la tendencia general de creer en
afirmaciones y argumentaciones basadas en datos que no se han verificado
suficientemente.
PROCEDIMIENTO:
1. Entregar a cada participante el texto
“El dientecillo de Oro”.
2. Una vez leído, cada persona responderá y
desarrollará el siguiente ejercicio, según se indique:
a.
Elabora una síntesis.
b.
Narra secuencialmente las acciones de cada uno de los actores
involucrados en la historia.
c. Elabora
un título para la historia.
3. Discutir:
a.
¿Cómo calificaría a cada actor de la historia?
b.
¿Creen que en nuestra cotidianidad, esta situación se
presente? Narren un caso similar.
c.
¿Creen qué la prensa en algún momento teja historias con las
mismas características de las aquí relatadas?
d.
¿”Tragan entero” todo lo que la televisión y la radio les
comunican? ¿Por qué?
e.
¿Qué bases tendrían para dudar de las informaciones de la
prensa?
4. Analizar las siguientes frases:
“Lo que me convence de nuestra ignorancia no
es tanto las cosas que son y cuya razón se nos escapa, cuanto las cosas que no
son, pero de las que encontramos razón”.
“Esto significa no sólo
que no poseemos los principios que nos puedan conducir a la verdad, sino que
tenemos otros que se adaptan perfectamente a lo que no es verdad”
5. Elabora cinco conclusiones.
“EL
DIENTECILLO DE ORO”
EN 1953, se extiende el rumor de que
un niño de Silesia, de siete años, que había perdido los dientes de leche, le
había nacido uno de oro, en el sitio de una de las muelas. Horstius, profesor
de Medicina en la Universidad de Helmstad, escribió en 1595, la historia de
este diente y sostuvo que en parte era natural y en parte milagroso, y que
había sido enviado por Dios a este niño para consolar a los cristianos
afligidos por los turcos. Imaginan el consuelo y la relación que este diente
pudo tener para los cristianos y los turcos. El mismo año, y para que este
diente de oro no careciese de historiadores, Rullandus escribió también su
historia. Dos años más tarde, otro sabio, Ingolsteterus, atacó las ideas que
Rullandus elaboró inmediatamente una hermosa y docta réplica. Otro gran hombre,
llamado Libavius, reúne todo los que sobre el diente se había dicho, añadiendo
sus ideas personales. Lo único que faltaba a tan hermosas obras es que el
diente de oro hubiese sido una realidad auténtica. Pero cuando lo examinó un
orfebre, resultó que se trataba de una delgada lámina de oro aplicada con gran
habilidad sobre el diente; pero se había comenzado por escribir libros antes de
consultar al orfebre.
Nada es más corriente, sin embargo,
que hacer lo propio en otros aspectos de la vida. Lo que me convence de nuestra
ignorancia no son tanto las cosas y cuya razón se nos escapa, cuanto las cosas
que no son pero de las que encontramos la razón. Esto significa no sólo que no
poseamos los principios que nos puedan conducir a la verdad, sino que tenemos
otros que se adaptan perfectamente a lo que no es verdad.
Fontanelle,
Histoire des Oracles
PISTAS PARA LA REFLEXIÓN:
Esta pintoresca historia,
caricaturiza la actitud de muchos de nosotros frente a “informaciones”
tendenciosas de algunos medios irresponsables. Es preciso tener una actitud
crítica que mire más allá de la mera “Noticia” y lleve a preguntarse:
-
“¿Quién lo afirma?”
-
“¿Por qué lo afirma?”
-
“¿Qué intereses están detrás de esa información?”
-
“¿Qué bases reales tiene para sustentar lo dicho?”
Tener un
pensamiento claro, objetivo y autónomo, significa no creer a primera vista en las afirmaciones basadas en
la imagen sugestiva de quien lo diga, por ejemplo:
-
“La reencarnación existe porque lo dice el Dr. Fulano de
Tal”.
-
“El horóscopo es verdad porque aparece en todos los
periódicos”.
-
“Esa adivina dice la verdad porque la han consultado hasta
presidentes de la republica”.
No hay
que confundir credulidad e ingenuidad con fe. Se puede tener fe con gran
convicción, y sin embargo no ser crédulo. Pululan las apariciones de “vírgenes”
y “Jesucristo”.
Hace
poco, en la Costa Atlántica se creó la idea de la aparición del rostro de Jesús
en un buñuelo. Hubo romerías de personas que visitaban al “señor del buñuelo”.
No hay que dejarse arrastrar así tan rápido. ¿Será que nuestro Señor
Jesucristo, Dios y hombre verdadero, va a necesitar revelarse a los seres
humanos en un buñuelo, pared o roca? Y si a él en su infinita inteligencia y
poder, se le ocurriese esa idea, ¿qué fin tendría? ¿Los únicos que se
benefician con la dichosa aparición son los dueños del buñuelo, pared, o roca,
que cobran por la entrada, las velas y favores que van a dar los supuestos
“crédulos”?
Dejemos
entonces la “credulidad” y pasemos a la “fe”, que es compromiso, es
interiorización, es trascendencia de lo meramente espectacular y llamativo a lo
sencillo y simple de realidad del misterio de Dios.
Jesús no
necesita de actos de show, tampoco la Virgen; la cotidianidad, el silencio, y
la simplicidad son los escenarios perfectos en los que ellos dan a conocer su
esencia.