TALLER Nº. 1
TEMA:
“La
subjetividad”.
Dificultades para entender el punto
de vista de los demás.
Por OSCAR SUAREZ
OBJETIVOS:
- Plantear elementos para
discutir la Subjetividad.
- Reflexionar sobre la
manera como los otros «ven las cosas».
- Intentar asomarse al
mundo privado del prójimo.
- Discutir el tema de la
empatía.
DESCRIPCIÓN:
Se trata de la lectura del cuento
«Caperucita Roja» de los hermanos Grimm, comparada con otra versión del mismo
cuento tal como los contarían los lobos - «versión lupina».
PROCEDIMIENTOS:
1.
Recordar los puntos centrales del cuento «Caperucita Roja» de
los hermanos Grimm, por ejemplo: «Caperucita era una niña que siempre vestía de
rojo y una tarde su mamá la envió al bosque a casa de la abuelita que estaba
enferma a llevarle unos pasteles; cuando iba por el camino se encontró con un
lobo y trabó conversación con él, y ella muy ingenua le dijo que iba a casa de
la abuelita a llevarle uso pasteles; le preguntó cuál camino la llevaría más
rápido. El lobo le habló de dos caminos y le señaló el más largo, y se fue él –
a casa de la abuelita- por el más corto. El lobo llegó primero donde la
abuelita, se la comió y se disfrazó con la ropa de ella.
Cuando llegó Caperucita empezó a sospechar e interrogar al
lobo disfrazado de abuelita: - «Qué orejas tan grandes tienes», y el lobo contestó:
«Son para oírte mejor». - «Qué ojos tan grandes tienes». «Son para verte
mejor». – Y cuando dijo: «Qué boca tan grande tienes», el lobo se comió a
Caperucita.
En ese momento, atinaba a pasar un cazador por ahí que,
viendo el alboroto se abalanzó al lobo, lo abrió y sacó de su panza a la
abuelita y a Caperucita, y luego, celebraron felices.
2.
Entregar a cada persona – por escrito- la versión Lupina del
cuento de Caperucita Roja – o sea el cuento de Caperucita-, según los lobos.
VERSIÓN LUPINA DEL CUENTO DE «CAPERUCITA ROJA»
Había
una vez un lobo muy inteligente e inquieto que vivía con sus padres en el
bosque. Su madre le había advertido muchas veces que no saliera de la cueva
antes de que cayera la noche, porque podía tropezarse con un hombre que le
podría hacer daño.
Pero
el lobito, aunque sagaz, era muy desobediente y, sobre todo, adoraba el olor de
las flores, la sombra fresca que proyectan las ramas al mediodía y el canto de
los azulejos. De manera que tan pronto como mamá loba se sentaba a ver la
telelobela y aprovechando que papá lobo se hallaba en la gerencia de la mina de
esmeraldas, el lobito salía a hurtadillas de la cueva.
Una
mañana, cuando caminaba por un claro del bosque tropezó de manos a boca con un
ejemplar de la temida especie humana. Lleno de pánico esperó el disparo con los
ojos cerrados, pero a los pocos minutos se percató de que aquella niña vestida
de rojo no le haría daño. Y se limitaba a observarla con curiosidad. Lobito
trabó conversación con ella, y al cabo de un rato, la niña de puro ingenua, le
confesó que acudía a casa de su abuelita con pasteles envenenados porque la
vieja había desheredados a sus padres. En vez de regresar a casa como era lo
prudente, el lobito prefirió indicarle a Caperucita el camino, mientras él tomaba
un atajo más corto para advertirle a la anciana. Es que el lobito tenía un
corazón tan grande como la boca.
Llegó
primero que la despiadada nietecita a casa de la abuela y no bien había
informado a la señora sobre el atentado que pretendía realizar Caperucita,
cuando escucharon que ésta golpeaba a la puerta; atemorizada la abuela, quiso
esconderse en algún recoveco oscuro; no hallando nada más oscuro que la boca
del lobo, se deslizó desconsideradamente por las fauces del lobito y se refugió
en su estómago. Ya habíamos dicho que el lobito tenía una boca muy grande. En
seguida, éste se echó encima un gorro de la abuela antes de que entrara
Caperucita.
Caperucita se aproximó al
lobo disfrazado de abuelita y muy pronto
entró en sospechas. « ¿Qué orejas tan grandes tienes?», le comentó. «Son para
oírte mejor», respondió el lobo. « ¿Y qué manos tan grandes tienes?», agregó la
chica. «Son para acariciarte mejor», disimuló el lobito. « ¿Y qué boca tan
grande tienes?», observó Caperucita, cuando se disponía a contestar, la niña
alcanzó a ver en lo hondo de la garganta del lobo los ojos aterrados de la
abuelita, y perdiendo toda la compostura, agarró el pastel envenenado y se
lanzó en busca de la anciana por la jeta abierta del pobre lobo.
En esos momentos atinaba a pasar un
temible cazador que escuchando el alboroto, penetró a la casa y el cruel y
sanguinario personaje, apenas vio al lobito, se le abalanzó armado de un filoso
cuchillo y le dio muerte con el fin de utilizar su piel para una alfombra pie
de cama. Cuál no sería su sorpresa cuando de la barriga del lobito asesinado
saltaron la abuela y Caperucita, quienes para proteger la imagen de la
familiar, callaron la verdadera historia.
Esa noche mamá loba y papá lobo esperaron
inútilmente el regreso del lobito; y siguen aguardándolo con una llamita de
ilusión porque no captan la honda crueldad del corazón humano. Simplemente lo
hicieron registrar como desaparecido.
3.
Después de leer las dos versiones, la humana – de los
hermanos Grimm – y la Lupina – versión de Daniel Samper Pizano -, responder:
-
¿En qué aspectos coinciden las versiones? Señalar cinco.
-
¿Cuáles son las discrepancias?
-
Asumiendo que las versiones tengan las mismas posibilidades
de verdad por ser cuentos, ¿cuál versión le parece más creíble y porqué?
-
¿Cuáles considera usted, son las dificultades para entender
el punto de vista ajeno?
-
¿Por qué cree usted que cada uno de nosotros intenta imponer
su manera de ver las cosas?
-
¿Habría posibilidad de aceptar los comentarios ajenos, sin
renunciar a los nuestros? ¿Cómo?
-
Defina la palabra empatía.
-
¿Qué conclusión podría sacar de este ejercicio?
-
¿Qué enseñanza le dejó? Señale tres.
PISTAS PARA LA REFLEXIÓN:
-
Las dos
versiones presentan iguales circunstancias: los mismos personajes; la niña –
Caperucita – lleva pasteles a la abuela; el lobo muere; la abuelita aparece en
el vientre del lobo. En otras palabras, es el mismo cuento pero desde una
óptica diferente. En la vida diaria nos encontramos con un sinnúmero de
situaciones en las que, la única diferencia es la óptica o el punto desde el
cual cada uno de los interlocutores observa. Por tal motivo, es necesario
revisar en cada situación donde existe discrepancia, si habria otra manera de
ver las cosas, y si se podría tener razón. Es necesario aprender que así como
tengo «mi punto de vista», otros también lo tienen y es tan valioso como el
mío.
- Se requiere hacer hincapié en el
valor de la subjetividad como espacio privado de cada persona. Es decir, que
nosotros como personas vivimos cada uno en un universo de sentimientos, valores
e ideas que constituyen nuestro espacio. Por tanto, no existe un solo mundo,
sino: mundos, pareceres. Si deseamos entender al otro, será necesario ingresar a
ese «su mundo» e intentar comprender, como él mismo lo entiende y no como
nosotros vemos el nuestro. Esto es empatía: Tratar de situarnos en el lugar del
otro; estar en sus zapatos e intentar comprenderlo.
- Cuando se habla de la verdad existe
la tendencia a absolutizar. La misma concepción de verdad, plantea la unicidad
y su carácter absoluto. Por eso, cuando creo tener la verdad estoy haciendo o
planteando una dicotomía donde, el otro si no piensa como yo, está equivocado o
en el error. He aquí entonces, una reflexión que nos invita a ser más
respetuosos del punto de vista de los demás, y no hablar de la «verdad» sino de
verdades, de lo que pienso, respetando a los demás.
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Gracias por capacitarse en la Escuela de Padres del Psicologo OSCAR SUAREZ