TEMA:
La
persona en la educación sobre la mecanización.
OBJETIVOS:
- Formar conciencia en los
padres de familia y educadores sobre la verdadera utilidad de los recursos
humanos.
- Cuestionar a padres y
educadores sobre la verdadera función de la Educación, cuál de los recursos
humanos es conveniente potencializar.
- Reflexionar sobre la
futilidad de los métodos de enseñanza tradicionales que mecanizan y
estereotipan los recursos humanos.
- Plantear elementos para
iniciar una formación que busque hacer vida la Educación y se centre en la
persona, no en los métodos.
DESCRIPCIÓN:
A
partir de una carta enviada como recomendación a la Universidad de Harvard por
un padre, redactada de manera sincera e ingenua se plantea irónicamente una
crítica a los métodos tradicionales y sus objetivos de educación. Se busca que
los participantes se cuestionen sobre el verdadero papel que debe cumplir un
educador y una institución docente.
PROCEDIMIENTOS:
1.
Entregar a cada participante el texto: «La inadvertida
notabilidad de Welby».
2.
Aclarar a los participantes los siguientes puntos antes de
iniciar la lectura del texto:
- En Estados Unidos,
contexto en el que se desarrolla el tema de la lectura, es normal que cuando un
adolescente desea ingresar a la Universidad, presente una carta de
recomendación de algún miembro prestante de la sociedad y de fe de su altísimo
nivel académico, perseverancia y condiciones humanas que lo acrediten como
candidato idóneo para ingresar al centro educativo. La carta debe ser remitida
por una persona que conozca al candidato y preferiblemente no sea familiar.
- Resaltar la importancia
que tradicionalmente ha tenido en los ámbitos académicos la prestigiosa
Universidad de Harvard como el centro docente al que se dirige la misiva en el
taller que nos ocupa.
- Resaltar que el padre
del candidato quien dirige la carta, lo que no es usual ni permitido.
3.
Cada participante responde en privado lo siguiente:
- ¿Qué reacción le suscitó
la lectura del texto?, ¿Por qué?
- ¿Qué comentarios le
merece la siguiente frase de la carta: «Se ha preparado con gran astucia contra
los tiranos que trataban de embarrar su mente con la clase de conocimientos que
la mayoría de los adultos necesita años enteros de perseverancia para olvidar»?
- Formule sus comentarios
sobre la siguiente afirmación: «Welby nunca ha atormentado a sus mayores
estudiando sólo para probar los exámenes o recitando como perico ante el
micrófono, un poema sensiblero».
- ¿Qué opina de aquello de
lo que el padre remitente llama: «Educación completa: familiaridad con la
danza, experto en el cuidado de peces tropicales…»?
- Haga un comentario
referidos a los proyectos de orientación profesional, tomando como base las
siguientes frases extraídas de la carta. «… Es que ridículos decidir a los 17
años lo que hará cuando sea adulto… » «Cuando tenga 40 años, me decía
recientemente, ¿por qué he de pasarme el día oyendo pleitos en la sala de
justicia, sólo porque cierto chico decidió a los 17 años que quería ser abogado?
- Opine sobre la actitud
de Welby después de ver los efectos que les ocasionaba a sus condiscípulos el
perseguir insistentemente las MB.
- ¿Qué opina del orgullo
que siente el padre al presentar a su hijo que desecha los premios sociales del
éxito académico pero con gran potencial humano?
4.
En plenaria responder:
- ¿Qué opina del padre que
deja actuar así al hijo, importándole más su formación como persona que lo
académico?
- Discutir las
dificultades de obrar así en nuestro medio. Hablar además de los pros y los
contras del sistema educativo actual.
- Conclusiones:
La
inadvertida notabilidad de Welby
Russell Baker
(Extracto)
Estimada Universidad de Harvard:
(Cambridge, Massachusetts)
Welby
Stich (Hijo), de 17 años de edad, domiciliado en Hemlock Terrace Nº 174, me
pidió que les escribiera una carta de recomendación como apoyo a la solicitud
que enviará a esa Universidad para ingresar a ella en el próximo otoño, porque
nadie, al parecer, quiere recomendar a Welby, lo cual demuestra cuán pocos son
los que reconocen la excelencia a simple vista. No voy a recurrir a la
acostumbrada adulación que ustedes esperan hallar probablemente en las cartas
de recomendación y menos siendo ya, Welby Stich (padre), quien suscribe la
presente. No les diré, por eso, que el dominio de Welby sobre los verbos
irregulares griegos, sus impecables modales en la mesa y su singular dedicación
a las actividades universitarias fuera del plan de estudios, lo señalan con un
futuro de excelencia deslumbradora. Con toda franqueza, de verbos irregulares,
griegos y ecuaciones cuadráticas, Welby no sabe ni jota. Y una mirada a sus
certificados de estudio (rosario de S tras S, interrumpido a veces por una R o
una dichosa B) les darán clara idea de que Welby se ha preparado con gran
astucia contra los tiranos que trataban de embarrar su mente con la clase de
conocimientos que la mayoría de los adultos necesitan años enteros de
perseverancia para olvidar. Gracias a una triunfal resistencia, este chico les
llevará el don más precioso que es posible presentar a una universidad: Una
mente pura, sin usar sin tocar, limpia de las cicatrices que deja la cadena de
producción educativa. Una mente lista para ser despertada. Y eso no es todo;
deben observar que en sus doce años de escuela, «Welby nunca ha atormentado a
sus mayores estudiando sólo por aprobar los exámenes, o ha recitado como perico
ante el micrófono, un poema sensiblero».
Un
día después de clases, me tropecé con él cuando se disponía a entrar en un
teatrillo de bailarinas nudistas. –Welby,
le pregunté, ¿por qué no pasas mejor la tarde en el club parlamentario
de la escuela, aprendiendo las reglas de procedimiento del Congreso? Tú sabes
que a la Universidad de Harvard le gusta que quienes solicitan estudiar en ella
comiencen pronto a mostrar interés en la política y la vida pública-.
- Para eso, explicó seriamente Welby, tendría que restarle
tiempo a mi educación-. Y entró a la carpa para ver, si no me falla la memoria,
a Sonia Almíbar ejecutar una erótica danza.
A pesar de los muchos obstáculos
que en su camino interpusieron las escuelas, Welby ha logrado darse una
educación completa. Aparte de su familiaridad con la danza, se ha hecho experto
en el cuidado de peces tropicales, en la fabricación de papelotes y ha
participado competentemente en el nacimiento de res camadas de gatitos. Pero lo
más valioso que ha aprendido – sin duda alguna- es que es ridículo decidir a
los 17 años lo que hará cuando sea adulto.
- Cuando tenga 40 años, me decía recientemente, ¿por qué he de
pasarme el día oyendo pleitos en la sala de justicia, sólo porque cierto chico
decidió a los 17 años que quería ser abogado? – Pero de todas las cualidades
excelentes de Welby, la más encomiable es su indiferencia ante la necesidad de
mostrar su excelencia. SI quieres ir a Harvard, - le dije cuando tenia 6 años-
tendrás que sacar notas MB por el resto de tu vida.
Joven y obediente, Welby
se lanzó tras las MB durante unos meses. Luego observó que muchos de sus
condiscípulos perseguían la MB con tal intensidad que caían con úlceras
gástricas; y vio que a otros se los llevaban para someterlos a tratamientos
psiquiátricos. Después de esto, Welby no persiguió jamás MB alguna. A cambio de
ello, hoy a los 17 años, Welby rebosa de buen humor, amables intenciones y amor
a la vida.
¿Cumpliría Harvard su
patriótica obligación si negara a Welby la inscripción y con ello, el
privilegio de una elevada educación? Creo que no. Consideren entonces, queridos
amigos, el aporte que Welby hará, casi con toda certidumbre, a la humanidad.
Indiferente a la
pedagogía, nunca escribirá Welby esos libros eruditos – increíblemente
aburridores- que se redactan sólo para conquistar fama y cátedra.
Indiferente al poder y
al dinero, tampoco entrará en la vida política. Y así, Harvard asegurará un
egresado que no cargará con nuevos impuestos o nuevas guerras a la humanidad.
La admirable falta de
brillantez de Welby garantiza que hará aportes inmensos a la felicidad humana,
por nunca llegar a ser financiero de Wall Street, secretario de Estado o
publicista de Madison Avenue.
Su absoluta
incompetencia en el campo de la ciencia es otro argumento. Gracias a Welby.
Harvard producirá un graduado con el que pueda contarse para hacer mejor la
vida, pues nunca sintetizará comida para ingerir en el metro, ni inventará
armas nucleares o televisores de pulsera, porque él me ha confesado que se
niega a hacer lo peor de lo que es capaz.
Es cierto que Welby
jamás llegará a ser un egregio político o un acaudalado empresario; pero sin
duda alguna, llegará a convertirse en un ser humano.
PISTAS
PARA LA REFLEXIÓN:
- Es necesario volver la
atención sobre la persona; en sociedades y en momentos donde el «Culto al
éxito» se vuelve lo central. Vale la pena pensar qué es más importante, formar
personas o capacitar tecnócratas en detrimento de lo humano que todos poseemos
y debemos potenciar. En muchos colegios, por el afán de lograr excelentes
resultados en las pruebas de ICFES, se sacrifican talentos valiosísimos.
- Definir qué quiere ser
en el futuro es tarea importante y definitiva; sin embargo, es cierto que a los
diecisiete años es casi imposible estar definido por ser un momento de
maduración y transición. Vale la pena dar tiempo y comprensión a los
adolescentes cuando intentan interrogarse por su orientación vocacional. No
presionarlos ni lanzarlos a algo de lo que los adultos no estamos totalmente
seguros: Nuestra vocación.
- Reflexionar: La
educación debe ser para la VIDA o a la educación debe ser VIDA.
- ¿Es más importante
formar seres humanos o tecnócratas deshumanizados?