TALLER Nº 8
TEMA:
“Los
nuevos paradigmas de la paternidad”
OBJETIVOS:
-
Invitar
a la reflexión sobre los cambios que se están presentando en la concepción del
rol paterno en la actualidad.
-
Reflexionar
sobre los compromisos en cuanto al rol paterno que trae los nuevos tiempos.
-
Invitar
a reflexionar sobre la tarea de la autoridad y la disciplina en estos tiempos
modernos.
DESCRIPCIÓN:
A
través de la lectura del texto “como era de bueno ser padre” de DANIEL SAMPER
PIZANO, generar un espacio lúdico reflexivo en torno a los nuevos roles que se
plantean en la actualidad para los padres de familia
PROCEDIMIENTO:
1.
Entregar
a cada participante el texto: “como era de bueno ser padre”.
2.
Una
vez leído, cada persona responderá y desarrollará el ejercicio, según se
indique:
a.
¿Cuál
es la idea central que se plantea?
b.
¿Cómo
te pareció?
c.
Desarrolla
la sinopsis de los diversos paradigmas que se plantean.
d.
¿Cuál
momento del rol paterno te gusta más y porque?
e.
A
cada rol mencionado (padre, papa, papi, etc.) encuéntrale los puntos negativos y
positivos.
3. Responder individualmente:
a. ¿Qué opinión te merece la actitud de los
adolescentes en la actualidad frente a la autoridad paterna?
b. ¿Cuál de los roles te tocó enfrentar como
padre o como hijo…y como te sentiste?
4. Conclusiones.
COMO ERA
DE BUENO SER PADRE
Hasta hace cosa de un siglo, los hijos
acataban el cuarto mandamiento como si no fuera dictamen de Dios sino
reglamento de la Federación de Fútbol. Imperaban normas estrictas de educación:
nadie se sentaba a la mesa antes que el padre; nadie hablaba sin permiso del
padre; nadie se levantaba si el padre no se había levantado; nadie repetía
almuerzo, porque el padre solía dar buena cuenta de las bandejas: por algo era
el padre...
La madre ha constituido siempre el eje sentimental de la casa, pero el padre
era la autoridad suprema. Cuando el padre miraba fijamente a la hija, esta
abandonaba al novio, volvía a vestir falda larga y se metía de monja. A una
orden suya, los hijos varones cortaban leña, alzaban bultos o se hacían matar en
la guerra.
- Padre: ¿quiere
usted que cargue las piedras en el carro y le dé de beber al buey?
¡Qué verraquera era el padre!
Todo empezó a cambiar hace unas siete décadas, cuando el padre dejó de ser el
padre y se convirtió en el papá. El mero sustantivo era una derrota. Padre es
palabra sólida, rocosa; papá es apelativo para oso de felpa o perro faldero.
Demasiada confiancita. Además -segunda derrota- "papá" es una
invitación al infame tuteo. Con el uso de "papá" el hijo se sintió
autorizado para protestar, cosa que nunca había ocurrido cuando el padre era el
padre:
- ¡Pero, papá, me parece el colmo que no me prestes el carro...!
A diferencia del padre, el papá era tolerante. Permitía al hijo que fumara en
su presencia, en vez de arrancarle de una bofetada el cigarrillo y media jeta,
como hacía el padre en circunstancias parecidas. Los hijos empezaron a llevar
amigos a casa y a organizar bailoteos y bebetas, mientras papá y mamá se
desvelaban y comentaban:
- Bueno, tranquiliza
saber que están tomándose unos traguitos en casa y no en quién-sabe-dónde.
El papá marcó un acercamiento generacional muy importante, algo que el padre
desaconsejaba por completo. Los hijos empezaron a comer en la sala mirando el
televisor, mientras papá y mamá lo hacían solos en la mesa. Y a coger el
teléfono sin permiso, y a sustraer billetes de la cartera de papá, y a usar sus
mejores camisas. La hija, a salir con pretendientes sin chaperón y a exigirle
al papá que no hiciera mala cara al insoportable novio y en vez de "señor
González", como habría hecho el padre, lo llamara "Tato".
Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero bastante maltrecha. Nada
comparable a la figura procera del padre. Era, en fin, un tipo querido, de
lavar y planchar, a quien acudir en busca de consejo o plata prestada.
Y entonces vino papi.
Papi es invento reciente, de los últimos 20 o 30 años. Descendiente menguado y
raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le consulta o se le solicita,
sino que se le notifica.
- Papi, me llevo el carro, dame para
gasolina...
A papi lo sacan de todo. Le ordenan que
se vaya a cine con mami cuando los niños tienen fiesta y que entren en silencio
por la puerta de atrás. Tiene prohibido preguntar a la nena quién es ese tipo
despeinado que desayuna descalzo en la cocina. A papi le quitan todo: la
tarjeta de crédito, la ropa, el turno para ducharse, la rasuradora eléctrica,
el computador, las llaves...
Lo tutean, pero siempre en plan de regaño:
- Tú sí eres la embarrada, ¿no papi?
- ¡Papi, no me vuelvas a llamar
"chiquita" delante de Jonathan
Aquel respeto que inspiraba padre, con papá se transformó en confiancita y se
ha vuelto franco abuso con papi:
- Oye, papi, me estás dejando acabar el
whisky, marica...
No sé qué seguirá de papi hacia abajo.
Supongo que la esclavitud o el destierro. Yo estoy aterrado porque, después de
haber sido nieto de padre, hijo de papá y papi de hijos, mis nietas han
empezado a llamarme "bebé".
Daniel Samper Pizano
PISTAS PARA LA REFLEXIÓN:
Daniel Samper de forma jocosa nos
introduce en unos hechos que ni nos imaginábamos que estuvieran sucediendo.
Pero es verdad que detrás de las palabras existe toda una actitud…y el escritor
tiene la sensibilidad para descubrirlo y sacarlo a la luz
La figura, y no solo ella, la autoridad
paterna se ha desdibujado. Ya el padre no asume el mismo rol que en los años 60
o 90.Los medios audiovisuales, los cambios tecnológicos, la nueva constitución
política y los nuevos desarrollos de la psicología han contribuido a ello.
Es real que los papas de hoy no tienen
una autoridad lineal y vertical de forma absoluta y radical. Ya existe
afortunadamente el dialogo y la comprensión donde al hijo también se le
respetan sus derechos a ser escuchado y a poder argumentar