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martes, 13 de diciembre de 2022

Los Nuevos paradigmas de la PATERNIDAD

 

TALLER Nº 8

 

 

TEMA:

“Los nuevos paradigmas de la paternidad

 

OBJETIVOS:

-              Invitar a la reflexión sobre los cambios que se están presentando en la concepción del rol paterno en la actualidad.

-              Reflexionar sobre los compromisos en cuanto al rol paterno que trae los nuevos tiempos.

-              Invitar a reflexionar sobre la tarea de la autoridad y la disciplina en estos tiempos modernos.

 

DESCRIPCIÓN:

A través de la lectura del texto “como era de bueno ser padre” de DANIEL SAMPER PIZANO, generar un espacio lúdico reflexivo en torno a los nuevos roles que se plantean en la actualidad para los padres de familia

 

PROCEDIMIENTO:

1.            Entregar a cada participante el texto: “como era de bueno ser padre”.

2.            Una vez leído, cada persona responderá y desarrollará el ejercicio, según se indique:

a.          ¿Cuál es la idea central que se plantea?

b.          ¿Cómo te pareció?

c.           Desarrolla la sinopsis de los diversos paradigmas que se plantean.

d.          ¿Cuál momento del rol paterno te gusta más y porque?

e.          A cada rol mencionado (padre, papa, papi, etc.) encuéntrale los puntos negativos y positivos.

3.      Responder individualmente:

 a. ¿Qué opinión te merece la actitud de los adolescentes en la actualidad frente a la autoridad paterna?

  b. ¿Cuál de los roles te tocó enfrentar como padre o como hijo…y como te sentiste?

4.       Conclusiones.

 

COMO ERA DE BUENO SER PADRE

Hasta hace cosa de un siglo, los hijos acataban el cuarto mandamiento como si no fuera dictamen de Dios sino reglamento de la Federación de Fútbol. Imperaban normas estrictas de educación: nadie se sentaba a la mesa antes que el padre; nadie hablaba sin permiso del padre; nadie se levantaba si el padre no se había levantado; nadie repetía almuerzo, porque el padre solía dar buena cuenta de las bandejas: por algo era el padre...
La madre ha constituido siempre el eje sentimental de la casa, pero el padre era la autoridad suprema. Cuando el padre miraba fijamente a la hija, esta abandonaba al novio, volvía a vestir falda larga y se metía de monja. A una orden suya, los hijos varones cortaban leña, alzaban bultos o se hacían matar en la guerra. 

 

-  Padre: ¿quiere usted que cargue las piedras en el carro y le dé de beber al buey?
¡Qué verraquera era el padre!

                                             
Todo empezó a cambiar hace unas siete décadas, cuando el padre dejó de ser el padre y se convirtió en el papá. El mero sustantivo era una derrota. Padre es palabra sólida, rocosa; papá es apelativo para oso de felpa o perro faldero. Demasiada confiancita. Además -segunda derrota- "papá" es una invitación al infame tuteo. Con el uso de "papá" el hijo se sintió autorizado para protestar, cosa que nunca había ocurrido cuando el padre era el padre:
- ¡Pero, papá, me parece el colmo que no me prestes el carro...!


A diferencia del padre, el papá era tolerante. Permitía al hijo que fumara en su presencia, en vez de arrancarle de una bofetada el cigarrillo y media jeta, como hacía el padre en circunstancias parecidas. Los hijos empezaron a llevar amigos a casa y a organizar bailoteos y bebetas, mientras papá y mamá se desvelaban y comentaban:

-  Bueno, tranquiliza saber que están tomándose unos traguitos en casa y no en quién-sabe-dónde.


El papá marcó un acercamiento generacional muy importante, algo que el padre desaconsejaba por completo. Los hijos empezaron a comer en la sala mirando el televisor, mientras papá y mamá lo hacían solos en la mesa. Y a coger el teléfono sin permiso, y a sustraer billetes de la cartera de papá, y a usar sus mejores camisas. La hija, a salir con pretendientes sin chaperón y a exigirle al papá que no hiciera mala cara al insoportable novio y en vez de "señor González", como habría hecho el padre, lo llamara "Tato".


Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero bastante maltrecha. Nada comparable a la figura procera del padre. Era, en fin, un tipo querido, de lavar y planchar, a quien acudir en busca de consejo o plata prestada. 


Y entonces vino papi.


Papi es invento reciente, de los últimos 20 o 30 años. Descendiente menguado y raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le consulta o se le solicita, sino que se le notifica.

 

- Papi, me llevo el carro, dame para gasolina...

 

A papi lo sacan de todo. Le ordenan que se vaya a cine con mami cuando los niños tienen fiesta y que entren en silencio por la puerta de atrás. Tiene prohibido preguntar a la nena quién es ese tipo despeinado que desayuna descalzo en la cocina. A papi le quitan todo: la tarjeta de crédito, la ropa, el turno para ducharse, la rasuradora eléctrica, el computador, las llaves... 


Lo tutean, pero siempre en plan de regaño:

 

- Tú sí eres la embarrada, ¿no papi?

 

- ¡Papi, no me vuelvas a llamar "chiquita" delante de Jonathan


Aquel respeto que inspiraba padre, con papá se transformó en confiancita y se ha vuelto franco abuso con papi:

 

- Oye, papi, me estás dejando acabar el whisky, marica...

 

No sé qué seguirá de papi hacia abajo. Supongo que la esclavitud o el destierro. Yo estoy aterrado porque, después de haber sido nieto de padre, hijo de papá y papi de hijos, mis nietas han empezado a llamarme "bebé".

Daniel Samper Pizano

 

PISTAS PARA LA REFLEXIÓN:

Daniel Samper de forma jocosa nos introduce en unos hechos que ni nos imaginábamos que estuvieran sucediendo. Pero es verdad que detrás de las palabras existe toda una actitud…y el escritor tiene la sensibilidad para descubrirlo y sacarlo a la luz

La figura, y no solo ella, la autoridad paterna se ha desdibujado. Ya el padre no asume el mismo rol que en los años 60 o 90.Los medios audiovisuales, los cambios tecnológicos, la nueva constitución política y los nuevos desarrollos de la psicología han contribuido a ello.

Es real que los papas de hoy no tienen una autoridad lineal y vertical de forma absoluta y radical. Ya existe afortunadamente el dialogo y la comprensión donde al hijo también se le respetan sus derechos a ser escuchado y a poder argumentar